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La finalidad de estos ensayos -planteados desde una
óptica "políticamente incorrecta"- es: desafiar el
"pensamiento único", negar -si ello no lo es por su
propia definición- el "pensamiento cero", recrear
espacios de análisis, crítica, discusión, disenso;
plantear nuevas propuestas, alternativas contra
corriente; siempre desde la óptica humanista.
Una forma de regresar a las fuentes: la economía al
servicio del hombre (y no al revés); la economía como
una ciencia -o mejor, tal vez, un arte- destinado a
intentar satisfacer el máximo de necesidades con
recursos limitados.
Es posible salvar al capitalismo a pesar de él mismo?
Entre el equívoco y el engaño, el esquema básico se
reduce a un "Poder sin Sociedad" o a una "Sociedad sin
Poder".
Pareciera que el único esfuerzo del capitalismo global
fuera extender el tercer mundo al primer mundo.
El cuadro vacío de la economía de mercado nos presenta
"La Depreciación del Futuro" o al menos una
"Liquidación Prolongada".
Abandonados al mercado, enormes masas de población
(temo decir ciudadanos, ojalá pudiera decir sujetos)
se preguntan qué hacer cuando el capital "no necesita"
más del trabajo y temen morir de hambre en las puertas
del paraíso.
¿Habrá alguna posibilidad de regular "La Inmunidad
Soberana" del mercado global?
Atrapados entre "mitos económicos oficiales" tal vez
sea conveniente desmitificar antes que ignorar o
falsear.
La intolerancia de la "razón de mercado" lleva a
preguntarnos como puede amenazar ese "fundamentalismo"
a la sociedad abierta.
El impersonal y anónimo mercado pone al hombre -en
soledad y angustia- ante la fuerza del destino -que
hoy se le presenta hostil- y la incertidumbre de un
futuro que lo condena.
¿Es el presente el único futuro? Podremos esperar la
prosperidad general o deberemos resignarnos a la
continua decadencia?
Al cielo del establishment no vamos todos. Aunque el
ilusionario liberal sostenga que la globalización
económica uniforma, los resultados demuestran que sólo
unifica.
Al margen de la globalización están: el ser humano, el
medio ambiente, la democracia, la cultura, la verdad…
Una economía entrenada para matar, actúa como si
fuéramos los últimos. El mito global sólo nos empuja a
un permanente estado de melancolía, por el orden
social perdido. El modelo de la codicia se balancea
entre la ira y la avaricia; mientras la aldea global
es sólo una esperanza ingenua.
Los "cínicos" modelos económicos nos establecen en una
confortable irrealidad. En esas "fábulas" económicas
nos dicen que dejando "obrar" al mercado se aplican
más eficientemente los recursos, se incrementan los
beneficios, y se distribuyen mejor las riquezas. Un
mercado sin ley, abandonado a su capricho especulativo
y superior a toda normativa nacional o internacional.
Nada se dice de la generación de inestabilidad, de las
crisis internacionales y de las desigualdades
crecientes. Nada se dice sobre la distancia creciente
entre el espacio económico y el control político.
Los "puristas" del librecambio nos aplastan con el
"rodillo" económico y nos imponen un "darwinismo"
cainita y fatal.
La liberalización, la desregulación y la privatización
castigan a la sociedad, avasallan la dignidad humana,
amenazan el hábitat, debilitan progresivamente la
autoridad gubernamental, y provocan el crepúsculo de
la piedad.
Esta economía de casino, este dinero que se ha vuelto
loco, en el que la gran mayoría somos jugadores
involuntarios incluye en su "modelo" mas volatilidad,
mas incertidumbre y más inquietud.
Una economía "virtual" 10 veces mayor al PBI de todos
los países del planeta juntos y 100 veces mayor que
todo el comercio mundial. Ante esta "locura"
económica, esta especulación "desenfrenada", deseo
-humildemente- abordar las preguntas: ¿Y el dinero
donde está? ¿Cómo se paga esta pirotecnia? ¿Quién
financia esta fiesta?
¿Puede la competencia gobernar el planeta? ¿Es la
competencia el mejor instrumento para enfrentarse a
escala mundial a los cada vez más grandes problemas
medioambientales, demográficos, económicos y sociales?
En nombre de la flexibilización y la competitividad se
somete al hombre al drama individual de la perdida de
trabajo, de la precariedad, de la baja de salarios y
al drama cotidiano del menoscabo del estado del
bienestar.
La globalización aumenta el temor a un posible
conflicto mundial entre el decreciente número de "los
poseedores", "los ricos", o "los dominadores" y la
creciente masa de los "desposeídos", "los miserables",
y "los marginados".
Resulta chocante la divergencia entre el fuerte
proceso de globalización económica en el plano de las
finanzas y la empresa, y el carácter explosivo de la
mayoría de los problemas sociales, económicos,
medioambientales, y políticos, que conocen los países
y las regiones del mundo.
¿Qué tan lejos puede llegar la desigualdad antes de que
el sistema se derrumbe?
¿Es imaginable otro escenario posible?
¿Existen algunas medidas de prevención económica?…
Antes que sea demasiado tarde.
Tal vez haya que elegir caminos de heterodoxia.
Tal vez haya llegado el fin de la era de los
simulacros cosméticos, máscaras y prótesis.
Tal vez estemos ante el fin de la economía de las
siliconas.
Un ciclo que toca a su fin.
El fin de las promesas ficticias.
El fin del reino de lo homogéneo y simultáneo.
El fin de los "teoremas asesinos" de los Organismos
Financieros Internacionales.
El espectáculo debe terminar.
Es imposible negar la miseria que crece en medio de la
abundancia.
Es imposible no sentir el silencio de las víctimas.
¿Puede existir la liberación con exclusión?
Habrá que optar entre el hombre y el instrumento,
entre la innovación y la tradición, entre lo nuevo y
lo perdurable.
Habrá que optar por reconducir al capitalismo antes
que muera de sobredosis…Si aún es posible.
Ni Wall Street, ni Silicon Valley, ni Hollywood, son
los personajes de la Historia, es el hombre, y a él se
debe responder…
Tal vez todo sea cuestión de cambiar una economía de
cabotaje por una economía de altura…
(La verdad absoluta no existe, pero, en todo caso, sin
duda, es dubitativa y ambigua)
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